El esoterismo cristiano y su validez en el entorno Iniciático

21.03.2020

La figura del Jesús histórico es un tema bastante controversial para los investigadores puesto que no hay una evidencia que nos avale que lo ocurrido en los evangelios no pase de ser una leyenda. No decimos que Jesús no haya existido, puede que sí o puede que no, pero los escritos cristianos de diferentes comunidades con posterioridad a la guerra de los judíos* se basa en lo dicho en documentos atribuidos a Saulo o Pablo de Tarso**, entre ellos su evangelio y demás documentos, lo que dio origen al cristianismo de forma genérica y a miles de religiones cristianas (sectas e iglesias en la era cristiana). 

Incluso podemos seguir sorprendiéndonos con los llamados evangelios apócrifos y otros escritos muy antiguos que en realidad son todos muy posteriores a la época en que supuestamente vivió Jesús. El detalle siempre es el tiempo en que fueron escritos lo que convierte todo ello en un producto teológico y no rigurosamente histórico.

Se sabe que la idea paulina de un Logos o el Hombre-Dios encarnado en la persona de Jesús es un plagio de un estudio teológico hecho por Filón de Alejandría del Pentateuco que no tiene nada que ver con la figura del Cristo**. Filón indica que hubo un primer ser creado, un Verbo u hombre arquetípico formado como réplica de Dios, como Logos, de otro como Dios emanado de sí mismo creador de todas las cosas. Es interesante ver su exposición en la que luego de ello se formaron otros seres inferiores en una jerarquía Divina menor y menos perfecta que el Dios supremo.

Es importante comprender que la idea de un crucificado que muere para rehacer el camino a la vida eterna, era una anatema en el mundo judaico pues un colgado o ahorcado era una maldición. Pablo de Tarso adoptó esta figura de viejas leyendas y a propósito del método de los romanos de tratar con sus enemigos y personas no deseables: para eso era la cruz. Con ello evidenció que la formación de la religión que estaba creando no pretendía conquistar a los judíos ortodoxos.

De otro lado, la idea de la salvación del alma y de su futuro tras su muerte fue un plagio de Pablo de Tarso del orfismo que cuadró muy bien a los llamados gentiles, personajes convertidos al judaísmo quienes no vivían ni comprendían la verdadera dimensión de la religión judía y siempre estaban dispuestos a adoptar alguna religión mistérica pagana. Las figuras que inventó Pablo fueron muy fáciles de acoger por una gran número de personas porque reunía figuras precedentes que ellas identificaban previamente en otras tradiciones.

La leyenda del héroe solar

Aquí dejamos atrás la leyenda inventada por Pablo y pasamos al escenario de las antiguas historias en las que vemos al héroe solar sacrificado que resucita y vence a la muerte. Podemos referirnos a la tradición egipcia en la que Osiris luego de ser asesinado por su hermano Set es resucitado por su hermana Isis al tercer día venciendo así la muerte para lograr la vida eterna. Esta historia fue adoptada o por lo menos matizada para influir en diferentes pueblos del Mar o cuenca del Mediterráneo lo que dio paso a la creación de diferentes religiones y tradiciones Iniciáticas. Así las cosas, lo que tiene de trasfondo todo ello es la existencia de un espíritu universal que ha sido el Supremo Creador del Universo y que encarna en la Tierra y camina entre los hombres enseñándoles las realidades espirituales. 

Los pueblos de la antigüedad veían en el sol la manifestación física de la Divinidad, como lo es el Sol Invicto romano, o el disco solar egipcio. Jesús viene a ser un héroe solar que vence la muerte y logra la eternidad porque es Dios en sí mismo. Este tema es el padre de miles de versiones y de debates sin fin.

El Espíritu Divino en la vida Martinista

Justamente a ese Espíritu Universal es que el Martinismo llama Ieshouah reconociendo el origen hebreo del nombre Jesús y sin desconocer que esta leyenda contiene un conocimiento oculto que los Iniciados estudiamos como esencia y principio de la Tradición Martinista.

Es, además, claro que las jerarquías Divinas aparecen desde la Tradición judía y ello hace parte de su religión. Fue así que los primeros cristianos no adoptaron este elemento de esta religión sino hasta la creación de la iglesia en Constantinopla en la primera gran reunión de obispos cristianos en la que definieron la identidad de Jesús y su relación con Dios (Concilio de Nicea 325 d. C.).

Es inevitable que el Martinista deba investigar estos temas y lograr una versión coherente para sí mismo.La doctrina Martinista le puede ayudar en todo ello y los Maestros que han iluminado esta Tradición Iniciática.

La conclusión más evidente es que es notorio que el estudio del origen de lo Divino da al Martinista una perspectiva amplia y bien informada de lo que significa lo Iniciático desde el punto de vista de una doctrina que contiene abundantes referencias a la tradiciones judeo cristianas de nuestra cultura occidental. En ello, el estudio se centra en identificar los matices en un trabajo que busca comprender la identidad de lo Divino.

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*   Rebelión del reino de los judíos entre el año 66 al 73 de nuestra era.                                  

** El hombre que creó a Jesucristo, 1972, Robert Ambelain. Pablo de Tarso, ciudadano romano que trabajo activamente en formar una nueva religión de una construcción sincrética en la que se reunieron diversas ideas religiosas para hacerlas converger en algo nuevo conocido como cristianismo.

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